Revolución 4.0: competencias, educación y orientación.

Por B. Echeverría Chamanes y P. Martínez Clares.

Resumen

El ser humano ha ido desarrollando varias revoluciones industriales. La primera, en 1784, logró mecanizar la producción con ayuda del agua y del vapor. La segunda, en 1870, logró la producción en masa con ayuda de la electricidad. La tercera, en 1969, logró automatizar la producción con ayuda de la tecnología. La actual revolución es la revolución digital, dada por la fusión de tecnologías y que parece borrar los límites de las esferas físicas, digitales y biológicas.

Las tres primeras revoluciones impactaron en maquinaria y tecnología dura. La cuarta, sin embargo, involucra al hombre en esta transformación. En ella se demandan nuevas profesiones y nuevas competencias. Esta nueva revolución exige mayor pensamiento crítico, comprensión y capacidades de análisis, capacidad de aprendizaje en la práctica, mayor colaboración y capacidad de trabajo en equipo, respuesta adaptativa, lectura de claves sociales, capacidad de aprendizaje continuo y la integración de la capacitación interdisciplinaria.

Las actuales investigaciones en materia de los alcances de esta cuarta revolución indican que tienen implicaciones no sólo en las personas y empleadores sino también para los sistemas educativos, los cuales deben ponerse al día en cuanto al ritmo que van imponiéndose los cambios y las demandas de las nuevas competencias.

Esta cuarta revolución afectará el esquema educativo porque en el nuevo perfil profesional que se requiere de los futuros hombres y mujeres las competencias comprometen de la educación su capacidad para que el ser humano pueda aprender y desaprender para volver a aprender. Esto porque los descubrimientos científicos y el desarrollo de nuevas tecnologías hacen que cada conocimiento o cada descubrimiento sea obsoleto en muy corto tiempo.

Estos nuevos aprendizajes que son un reto de esta revolución deberán ser retos vivenciales asociados a experiencias vivenciales. Los aprendizajes deberán estar basado en retos, especialmente porque los retos contribuyen al desarrollo de los dos tipos de competencias, aquellas que tienen que ver con lo académico y aquellas que tienen que ver con lo formativo.

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